Ufff, no veas la pedazo de tarde que pasamos ayer...
Vamos a ver, todos conocemos este proyecto que tenemos en el blog (o almenos los lectores que sigan constantemente el blog), bueno pues antes de ayer, estuvimos buscando un buen lugar para colocar la segunda caja del proyecto, en esta ocasión para páridos forestales, por si alguien no sabe del tema, herrerillos, carboneros, currucas...
Teníamos pensado ponerla en un camino que hay a las afueras del pueblo donde vivo, pero cuando llegamos allí, nos arrepentimos.
Os explico, el camino es lugar de actuación porque este ha sido infestado de ratas porque se encuentra cerca del río. Estas provocan que los pájaros no puedan anidar en él, porque los nidos son depredados, además que los árboles han perdido gran parte de la materia vegetal baja (arbustos autóctonos).
Intentamos colocarla en varias móreas y en algunas acacias, pero nuestro colaborador casi se abre la mano con los pinchos de estas, y no llevábamos escalera, por lo que lo pospusimos para el día siguiente.
Cuando nos íbamos, miramos algunos arboles que nos servirían. En uno de ellos estaba pepe la rata.
Pepe: la rata más grande y gorda del lugar.
Del tamaño de un mirlo y con la fuerza de una gineta
Ese día, fuimos por la mañana temprano para buscar lugares y logramos ver una, posteriormente por la tarde, a parte de pepe, logramos ver 3 más, el camino está totalmente infestado, por esto, decidimos buscar lugares alternativos. Bueno, elegimos un lugar mejor que no mencionaré donde se encuentra (evitamos graciosos)
Fuimos por la tarde noche, cuando el calor descendió, como a las nueve de la noche
la colocamos y allí quedó, justo al lado de un nido de tórtola turca.
La caja una vez colocada. Lo que se ve debajo del agujero
es otro agujero, el primero que hicimos pero era muy bajo y tuvimos que taparlo.
Cernícalo vulgar, posado en un árbol cercano.
Posteriormente, nos movimos con el coche lentamente por un camino trasero, donde pretendemos colocar alguna más, cuando, más o menos por la mitad del trayecto, mientras miraba un conejillo que brincaba por el lateral, mi madre gritó: mira, mira, una lechuza.
Miré rápidamente, y si una lechuza, pero de repente, otra y otra y... muchas más, salieron de un árbol como unos 11 o 12 individuos, que posteriormente mientras volaban los identificamos como búhos chicos (Asio otus) gracias a la banda negra que posee debajo del ala en la zona de los hombros.
Búho chico volando
Otro de ellos volando a ras del camino.
Nos bajamos del coche, tratando de fotografiarlos, ninguno se dejaba, tienen muy buen oído y nos oían llegar y salían volando. Hasta que uno de ellos continuaba volando delante de nosotros y se posó en un árbol.
Le dije a mi madre que parara de caminar y muy lentamente me acerqué a él.
Trataba de camuflarse, probablemente pensando que no lo veía.
Búho chico (asio otus)
Mi madre dice que mientras lo grababa, me temblaban las piernas y estaba estático, probablemente tratando de no moverme ni un milímetro para que no se espantara.
Fueron momentos de tensión, el animal me observaba confiando en que yo no lo veía, mientras que yo hacía lo mismo, centrando la mirada en sus ojos, mientras me miraba asustado.
Mira lo hermoso que es, bellísimo. Bueno el coche comenzó a moverse y él lo escuchó, dio un brinco delante de mí, y voló hacia los arboles, donde lo perdimos. Espero que os gusten las imágenes, ha sido una experiencia espectacular, y ya tenemos detectado un dormidero de la especie, cosa poco común.
Un saludo y hasta otra